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sábado, 15 de enero de 2011

La nueva ley antitabaco y sus efectos

Para cualquier observador de la realidad la nueva Ley Antitabaco que ha entrado en vigor a comienzos de año no es más que un acto arbitrario del gobierno que, definitivamente, no legisla para el bien de los ciudadanos.
Lo primero que hay que reconocer es que en los bares, restaurantes y discotecas de España ahora se respira mejor, es más agradable estar y cuando entras no te recibe una bocanada de olor acre de tabaco mezclado con fritanga como ocurría escásamente hace dos semanas. Yo, que no fumo y otros muchos como yo sin duda lo agradecemos.
Hasta aquí los efectos positivos, pero ahora los efectos negativos: Hace cinco años muchos hosteleros llevaron a cabo restructuraciones en sus locales con el fin de acomodarse a las exigencias que la ley antitabaco de entonces les exigía, ahora ven como esas instalaciones se quedan inservibles sin llegar a amortizarlas. No parece correcto que en tan poco tiempo se vuelva a cambiar la Ley. Por otra parte hay que hacer notar que ya entonces muchos advirtieron que la parte del restaurante o bar que se utilizaba menos era la de "no fumadores" y eso debido a la solidaridad de los acompañantes del o los fumadores que; incluso si eran mayoría, elegían la zona de fumadores para no perjudicar al amigo fumador.
Este curioso efecto sociológico no se ha tenido en cuenta por el gabinete de Rodriguez Zapatero más dispuesto ha crear (aunque sea a la fuerza) una nueva sociedad que a analizar la que existe. Los efectos perversos de este nuevo experimento zapateril no se han hecho esperar, el primero: más ruido en la calle pues ahora los fumadores y sus amigos tienen que salir a la calle, para fumar. El segundo: que los bares y restaurantes que tengan licencia para terraza tendrán una ventaja añadida sobre la competencia.

Ya ha comenzado la carrera para solicitar licecias o ampliar la existentes y, ahora las calles de nuestras ciudades se verán inundadas de terrazas donde disfrutarán de su vicio los fumadores y sus amigos.
El resultado: hemos desplazado la zona de fumadores a la terraza. Se perderán unos cuantos empleos, algunos bares cerrarán y muchos fumadores se van a coger más de un catarro, pero ¿donde está la ventaja de esta ley sobre la anterior?

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